Trabajo Remoto: Oportunidades, retos y cambio de paradigmas
LA PRIMERA GENERACIÓN DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD QUE PUEDE CONCILIAR... NO LO HACE.
POR: David Blay Tapia
Posiblemente mis padres hubieran querido pasar más tiempo conmigo cuando nací. En aquel entonces, al menos en España, la baja por paternidad era una quimera. Y la de maternidad no distaba demasiado de los cuatro meses que ahora pueden disfrutar las progenitoras, aunque mi caso era especial porque mi madre era una de las pocas entonces (1978) que trabajaba fuera de las denominadas eufemísticamente 'labores del hogar'.
Como muchos otros niños nacidos en un pueblo pequeño, me criaron mis abuelos. Comía con ellos, hacía la siesta con ellos, jugaba con ellos. Por eso nació entre nosotros un vínculo maravilloso, aunque obviamente yo esperaba ansioso la llegada a casa de mis padres. Pero entendí (porque no había alternativa y, por lo tanto, mi joven mente no la procesaba) que así era el orden de las cosas. Y crecí con ello, dicho sea de paso, con mucho cariño a mi alrededor.
Años más tarde, ya convertido en adulto trabajador pero todavía sin hijos ni previsión de tenerlos a corto plazo, un amigo me inspiró uno de los clicks decisivos que aparecen en tu pensamiento para cambiar tu existencia: cuando internet era incipiente, todavía no nos desbordaban los mails, el móvil más avanzado era un Nokia 3310 y no existían las redes sociales, él hacía su trabajo desde casa. Enviaba sus artículos por correo electrónico, grababa sus programas y los hacía llegar ya montados por mail y colaboraba en tertulias a través del teléfono fijo.
Fue en ese momento, hastiado de trabajos por cuenta ajena con superiores con los que no me entendía (por utilizar un eufemismo suave) cuando tomé la decisión de dejar la oficina (y un sueldo fijo y bastante decente) por disponer de mi tiempo. Obsérvese el concepto. No hablo de ejercer mi profesión desde casa como un todo. Remarco que quería compatibilizar mi vida personal y profesional en función de mis necesidades. Porque da la sensación de que hoy somos aquello en lo que nos empleamos. Y, como dice esta revista muy a menudo, en realidad somos mucho más.
Mi caso no era problemático. A saber: tenía una hipoteca pero con algunas colaboraciones externas podía ir pagándola. No presentaba cargas familiares. Todavía no había estallado la crisis (que al periodismo, dicho sea de paso, también golpeó de forma virulenta. Y más en un sector donde la gente desconoce que los salarios son muy bajos). Y, sobre todo, tenía claro lo que quería hacer y ofrecer, por lo que iba consiguiendo clientes con asiduidad, sin bien ninguno era a largo plazo y debía estar siempre 'vendiéndome'.
Lo que entonces aprendí no es hasta hoy, nueve años después, cuando lo veo claro en su totalidad. No fue hasta hace tres años, cuando comencé a hablar del tema semanalmente en un programa de radio, cuando me planteé comunicarlo a toda la gente que me rodeaba. Y, sobre todo, no fue hasta hace dos septiembres cuando decidí que debía compartirlo para ayudar al máximo de personas posibles.
En mi mundo hubo muchos amigos que se quedaron sin trabajo de un día para otro y JAMÁS habían sido freelance. Pero no sólo ocurrió en la prensa. Hubo muchísimos sectores donde los habituados a sueldo fijo, mesa de despacho y compañeros se vieron con la necesidad de convertirse en productos personales. Y nadie, ni en las Universidades ni en internet ni en ninguna publicación, les había enseñado a ser autónomos. En resumen, en una sociedad que fomenta ser emprendedor, nadie se había preocupado por formar a esas personas que de repente debían aprenderlo absolutamente todo porque no habían conocido otra forma de trabajar que no fuera la 'clásica'.
Es por eso que mi libro '¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?' transcurre en estas reflexiones en los dos primeros capítulos, pero luego se interna en las cuestiones realmente prácticas que permiten comenzar a plantearse una nueva vida de inmediato. ¿Qué horario hago? ¿Cómo consigo no distraerme? ¿Cómo sé que he acabado mis tareas si nadie me vigila? ¿Pasa algo si bajo a tomarme un café? ¿Cómo sobrellevo el hecho de no tener compañeros? ¿Acabaré convertido en alguien que no se quita el pijama en todo el día?
Lo peor de todo esto es algo que no se enseña más que viviéndolo: la gestión de la incertidumbre. Es cierto que los contratos fijos son cada vez menos fiables y que las empresas pueden despedirte en cualquier momento, pero psicológicamente hay gente que necesita tener una rutina y una seguridad para ser capaz de rendir. Y cuando debe encontrar clientes, mantenerlos, buscar otros, vivir pendiente de que le paguen cuando toca o de que la relación acabe de un mes para otro, no son capaces de ser igual de eficientes. Algo normal por otra parte, porque aunque los políticos digan lo contrario no todo el mundo sirve para ser emprendedor ni deberíamos abocar esa idea como una certeza, porque la generación de frustración social que se va a conseguir será muy peligrosa.
Sin embargo, vivimos como decíamos en el titular en un momento único en la historia de la humanidad. Hoy, el 60% de los trabajos del mundo pueden realizarse utilizando únicamente un ordenador y un teléfono, por lo que es indiferente que estemos en casa, en la oficina o en la cima del Kilimanjaro. Nuestra ubicación no determina nuestra eficiencia.
Y eso significa que, también por primera vez, podemos adaptar nuestra vida a los horarios que necesitemos, no a los que nos exijan los contratos continuos de media o jornada completa. Que si tenemos hijos, podemos llevarlos al colegio y jugar con ellos por la tarde en el parque sin dejar de ser buenos trabajadores (no en vano, con un smartphone podemos hacer ya casi cualquier gestión laboral. La clave es no hacer un horario lineal). Que si tenemos un familiar enfermo, podemos cuidarle mientras tecleamos el ordenador a su lado sin necesidad de contratar a nadie para que lo haga. Que si queremos viajar, podemos hacerlo y conectarnos a cualquier wifi allá donde estemos para estar disponibles.
Y aun así, da la sensación de que existe un techo de cristal social, empresarial y político que nos impide disfrutar de todas estas cosas, simplemente por la mentalidad todavía existente de que a quien le pagas debes controlarlo visualmente.
La pregunta es: ¿será la generación de los millenials quien consiga romper estos parámetros o, por el contrario, serán demasiado fuertes las enseñanzas vitales de sus padres y les acabarán decantando a la mentalidad empresarial clásica? Pues los sabremos en cinco años, cuando sean la primera fuerza laboral en países como Estados Unidos. Y sepamos por fin si podemos trabajar para vivir o, por el contrario, debemos seguir viviendo para trabajar.
Acerca del autor:
Desde 1996 he trabajado en los medios de comunicación. Principalmente en el ámbito de los deportes. Desde hace más de un lustro asesoro a deportistas de élite y empresas sobre cómo presentarse a los medios de manera noticiable y cómo conseguir impactos positivos más allá de la publicidad tradicional. La creatividad y la proactividad son las dos claves en que basamos el trabajo en Pasarela Comunicación.
A ello le uno varias actividades complementarias. Retransmito eventos deportivos cada fin de semana en Radio Marca. Soy cofundador de la empresa Sono On Lorem (dedicada a hacer radios online como Maraton Radio o 2Ruedas Radio) y fui director y presentador del programa 'El Mundo Que Viene' en Radio Emprende.
En el ámbito académico soy profesor de Gabinetes de Prensa, Estrategias de Comunicación y Redes Sociales del 'Master de Gestión de Entidades Deportivas’ y del ‘Master en Deporte y Turismo Activo’ en la Universidad Politécnica de Valencia’, del 'Master en Coaching Deportivo' de Florida Universitaria, del 'Master Universitario en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas' de la Universidad Católica de Murcia UCAM y colaboro como ponente en cursos sobre 'Redes Sociales Profesionales'.
Mi primer proyecto literario lo ha constituido el libro sobre el deportista paralímpico David Casinos 'Todos los días sale el sol. Y si no sale, ya me encargo yo de sacarlo', del que soy coautor junto a Mario Rebollo. Actualmente está a la venta en plataformas de libros electrónicos y en impresión bajo demanda mi primer libro en solitario '¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?'
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Twitter: @davidblaytapia
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